26.Mar.2014 Oh La Criolla! Sitio flamenco, lumpen y canalla

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A la luz vespertina, la Barcelona de 1928, ya dejaba presagiar la atrayente sordidez contracultural en su Barrio Chino. Individuos nocturnos, pertenecientes a la subcultura marginal, anegaban sus estrechas calles atraídos, cual polillas, por las múltiples fluorescencias blancas que iluminaban casas de compromiso, cabarets y tascas de dudosa reputación[1], imbuidas en una excitante e incipiente aura de miseria transgresora. «Nunca el Barrio Chino, fue tan chino, ni el ambiente más canallesco que en La Criolla»[2] en la Barcelona de los años 30. Junto a Casa Sacristán, éste cabaret de «invertidos», era el lugar más atrevido y vil de la Barcelona bohemia, y ambos competían como centros especializados en homosexualismo[3]. Abrió sus puertas en 1922, con su clientela «desviada» de propios -«refugiados sexuales»-, marineros, obreros, clase media, periodistas o simples turistas, que ávidos de curiosidad recalaban en el lugar para adentrarse en la noche barcelonesa, «la magia corrompida que desprendía le hizo acreedora de una merecida fama, incluso a nivel internacional»[4]. Francis Carco, llegó a el por la calle Mediodía en la primavera de 1928, y a plena luz del día quedo atónito ante esos extraños bailes de adolescentes amanerados y maquillados de la calle Cid. Concretamente, en el número 10 de esta calle de bajos fondos -en todos los sentidos- es donde se encontraba La Criolla, constituyendo desde entonces uno de los espacios claves para el Flamecamp[5].

-¿Por qué no quieres?- me preguntó mi vecino de mesa-. Míralos. Todos los que están allí se divierten.

-Es verdad. Pero, ¿qué es ese modo de cogerse como lo hacen, así por detrás?

-¡Je, je!

-¿Qué pasa?

Son maricones– me informó el camarero.

Luego se pavoneó y, con el puño en la cadera:

-Yo- dijo de sopetón- soy también…

Y, orgulloso, me declaró:

-Aquí, en el Barrio Chino, conozco más de dos mil. Ahí lo tiene.

Nacido en los bajos de una antigua fábrica de hilos y tejidos, su decoración mezclaba -como sus consumidores- varias realidades culturales, exóticas palmeras pintadas en las paredes, producían un interesante dialogo con sus baldosas de arabescos y las columnas de hierro perteneciente a sus años de industria, sin olvidar, un lujoso cuarto trasero donde se representaba flamenco[6]. Aunque en 1936 se produjo una importante reforma, que como apunta Montse Madridejos en El flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930[7], generó el descontento de los críticos. Es un hecho, que las noches de flamenco estaban muy presentes en el Barrio Chino, pero en este singular cabaret sin duda se acentuaban, quizás por el misticismo y exotismo de los bailes flamencos, el gusto de su clientela por este arte de origen andaluz, o sus famosos travestis flamencos y aflamencados. Prueba de ello son las escenas filmadas por el cineasta francés Julien Duvivier en el año 1935[8], en las que un cuerpo andrógino baila semidesnudo -a excepción de un mantón traslucido, peineta, tacones y tanga de flecos brillantes-, junto a maricones afeminados, jovencitas vestidas de flamenca, marineros sin camisa y sus famosos flametravestis; bajo un sin fin de guirnaldas y farolillos que le dan una atmosfera más flamenca, y que curiosamente no encontramos en otros muchos documentos fotográficos de la época. Así, que acercarse a ellos desde las relaciones estéticas y tensiones biopolíticas producidas entre flamenco, contracultura, prácticas queer y trans -o lo que es igual al Flamecamp-, es una lectura tan necesaria como enriquecedora. Individuos que por su identidad sexual, genero o raza, se vieron marginados a los fondos de una subcutura lumpen de fiestas, cocaína -llamada en aquel entonces cocó o mandanga[9]– y bohemia flamenca con aires cosmopolita. Y a los que Francis Carco bautizo como «criaturas lamentables»[10].

Se produjo una interesante construcción estética entorno a ellos en la que, cómo no, el flamenco formó parte fundamental. Tal vez porque en el mundo flamenco siempre existió esta marginalidad y siempre fue desclasado, o tal vez no, lo que sí es cierto es que fueron poseedores de un mundo estético y unos «disfraces» que el mundo contracultural barcelonés –tans o no- no desdeño en absoluto, generando a su vez “contraficciones sexopolíticas” propias, cuyos puntos estéticos de fuga dan un giro de tuerca más a la estética contracultural adherida al flamenco desde «lo sexopolítico». Encontramos así, a los travestis de Duvivier, pero también a los fotografiados por Gabriel Casas o los relatados por multitud de escritos, como en el libro de Adolfo Bueso Recuerdos de un cenetista (1978) o Mi suerte dijo sí (1987) de Manuel Iglesia-Sarria. Lo más singular de este ambiente de corrosiva miseria aflamencada, no es que existiera, ya que hay multitud de casos dentro del flamenco, como el de El Pepe de Francis Carco al que la madame de un prostíbulo sevillano apela por su querencia a ataviarse con mantilla y bailar; sino más bien el hecho de que entorno a este cabaret llamado La Criolla, y extensible en gran medida al Barrio Chino barcelonés, se gestase todo un movimiento flamecamp ya en los años 30, magistrales contraficciones sexopolítica y flamencas que no volveremos a ver, con tal frescura, hasta que el controvertido Ocaña travestido de “gitana andaluza” entre en la escena barcelonesa. Y como en el ocaso de Ocaña, el fin de este singular lugar fue trágico, ambos murieron bajo fuego, en el caso de La Criolla fue una bomba enemiga. El 24 de septiembre de 1938[11] abrió sus puertas por última vez.

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[1] Francis Carco, Primavera de España, Almuzara, España, 2008. pp. 215-239.

[2] Cita del libro de Paco Villar Historia y leyenda del Barrio Chino (p. 130), registrada en: Montse Madridejos, El Flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930, Editorial Bellaterra, Barcelona, 2012. p. 68.

[3] Cita del libro de Adolfo Bueso Recuerdos de un cenetista (1978), registrada por Montse Madridejos en su artículo Del Xino al Araval, 24 de Febrero 2013, blog.

[4] Cita del libro de Paco Villar Historia y leyenda del Barrio Chino (p. 130), registrada en: Montse Madridejos, El Flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930, Editorial Bellaterra, Barcelona, 2012. p. 68.

[5] Termino designado por la autora, en oposición y hermanamiento al acuñado por Hélio Oiticica de Tropicamp. Para que así, estos dos conceptos de resistencia sureña se levanten frente a las estéticas queer anglosajonas que hasta la fecha ostentan el monopolio ideológico. Y en ultima instancia, saque y re-ubique las imágenes contraculturales claves, y pocas veces reconocidas, de dicha cultura popular.

[6] Montse Madridejos, El Flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930, Editorial Bellaterra, Barcelona, 2012. p. 68.
[7] Cita del libro de Sebastiá Gasch L´agonia del Paral-lel, registrada en: Montse Madridejos, El Flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930, Editorial Bellaterra, Barcelona, 2012. p. 68.

[8]  Escena fílmica perteneciente a la película de vanguardia, que versa sobre el mito de la Legión Extranjera perteneciente al ejercito español, La Bandera dirigida por Julien Duvivier en 1935.

[9] Montse Madridejos, El Flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930, Editorial Bellaterra, Barcelona, 2012. p. 68.

[10] Francis Carco, Primavera de España, Almuzara, España, 2008. p. 215. [11] Montse Madridejos, El Flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930, Editorial Bellaterra, Barcelona, 2012. p. 68. * Diálogo perteneciente a capítulo 11 del libro de Francis Carco Primavera de España, (1929) Almuzara, España, 2008. p. 218.

 

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SOBRE EL BLOG
Encendiendo la mecha

 

Blog de Alicia Navarro

AUTOR: Alicia Navarro
Alicia Navarro (1982). Nacida en tierra andaluza y versada en pirotecnia cultural más allá de sus fronteras. Hoy en la boca de España se presenta -cartucho en mano- una minera, pensadora y libertaria cultural. Que ve los estudios flamencos como masas metalíferas o pétreas que hay que dinamitar. Cuya mecha sea el pensamiento y los estudios culturales su dinamita. Historiografía artística, literatura, estética, antropología, feminismo o practicas queer entre tantos otros... ¡Saquemos las vírgenes travestis a la calle! Flamecamp entra en escena.
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