El cuento de criarse en un ámbito artístico debe ser que tus progenitores te secuestran y te roban la infancia y la juventud, metiéndote en un zulo y no dejándote salir hasta que tus emisiones sonoras se parezcan a algo, y a poder ser al modelo escogido.
Si el fenómeno de cultivarse en el ambiente artístico llega a producirse, el único fruto será el del oficio que adquiere el niño, pero el adjetivo artístico desaparecerá, simplemente porque en el arte no se mide. El ejemplo se encuentra en las proyecciones de Albert Speer, en los diseños de los violines-trompeta y en el exceso de extremidades, vértebras y materiales en la historia de la pintura grande.
–No sé si serán los ármonicos de su canto… o cuando ataca todo el coro… entonces la música te hace clic…
–¿Y qué me dices de los pelos-de-gallina que me están saliendo en el brazo? A los mutantes flamencos siempre se les distingue porque se les eriza exclusivamente los vellos de un brazo.
Los pajaritos canoros no cantan en libertad en contra de lo que la gente cree, como aquella madre que empujó a su hija para que saludara al oso en el zoológico. Los pajaritos nuevos en plena libertad necesitan copiar el cante de otros ejemplares, a los que imitan mientras crecen. Si el ave llega a criarse libre en un territorio en el que falta ese mayoreo sonoro, el pajarito no dirá ni pío, ni libre ni enjaulado. Hasta los conservatorios se fundaron por este motivo.
El Torta repite que los pájaros cantan por no llorar, pero ahora los americanos han descubierto que las aves canoras no lo son porque no cantan: entre los ejemplares sólo se dicen auténticas barbaridades, y los pájaros solitarios que emiten sonidos continuados metidos en una jaula son tomados por locos.
Se han transcrito estos cantes de jaula, y resulta que los diminutos paseriformes se están cagando en todo los que se menea y les rodea, arañándose la cara y el pecho contra las rejas, insultándose entre ellos y al mundo, revoloteando en sus estrechas tribunas llenas de alpiste.
En el extracto de un informe encontrado en Berkeley se puede leer:
De jilguero a gorrión:
–Sí, es muy parecida a la férula communis
…es posible que sea tenuifolium.
–O ridolfia segetum.
–A mí me recuerda al disticloselinum, te lo juro…
(…)
Tanto a los niños como a los pájaros se les encierra en el mismo recinto, y se les ponen las mismas cintas con los modelos musicales indicados y eureka, sólo queda esperar recoger las ganancias del verdadero oficio flamenco, que ha sido siempre el de enseñar a bailar y tocar a otras personas, impartiéndose la docencia casi altruistamente en las accesorias, huecos de escaleras, patios comunales, azoteas abandonadas o las academias, que todavía no disponían del espacio y suelos adecuados, ni de los magníficos espejos.
Había entonces un gusto por el saber que no por el roneo, porque el arte flamenco se practicaba, antes los pobres se relacionaban entre ellos… y tenía un verdadero uso hedonista, social y doméstico, que no el fin actual de mera exhibición espectacular.
Por eso el estudio del garaje y los espejos siempre han cantado por bulerías. Y se puede ver desde Trebujena.
–¡Pues yo me he criado en un ambiente artístico! –dijo DJ Tempul.
–Sí , como Encerrada Morente… pero ahora cualquier actividad humana es artística… desde fregar platos en el Bulli… hasta despachar copas en los bares de ambiente. ¡Vamos a echarle carbón…!
Blog de David Pielfort.