La violentación musical que desarrolló Piazzolla marca la pauta. Mientras el piano se concentra en radicalizar melodías y armonías, los vientos se concentran en amplificar los timbres y las estructuras rítmicas, la voz, la garganta de Perrate, se convierten, radicalmente en palabra y respiración. La disociación es extrema y desde esos campos de sonido separados van construyendo, de una maniera que se quiere salvaje, el tango. Es verdad que van buscándose: en algún momento los pulmones de Perrate expulsan el aire sin rozar las cuerdas vocales, del saxofón llega un soplido sordo y apenas nos queda la vibración de las cuerdas del piano. Se quieren encontrar precisamente ahí, en el silencio… y en las tormentas de sonido. Estruendo y ruido para el que han pedido el saber rítmico de Bobote y El Eléctrico, dos maestros de la percusión flamenca, del cuerpo, de la palma. Es fundamental entender que no estamos ante ningún episodio de fusión flamenca. El asunto es que estos músicos son los mejores para el caso, maestros flamencos incomparables. Pero es verdad, a menudo las posibilidades de los mismos flamencos son cercenadas por cierta cortedad de miras. Los cuartos, dejados en nuestra tradición para lo ancestral y lo secreto, en el lumpen argentino eran también el lugar del piano, donde la tarde invitaba al experimento y el juego antes de que los músicos se perdieran en la noche de su profesión. Y este Ensemble de Cuarto, que aspira a seguir creciendo, tiene ahora mismo la voluntad de hacer de la habitación de los cabales laboratorio, mesa de mezclas del tabanco, pista de sonido del parquet del suelo. Ya digo, ahora están con el tango argentino de los 60’s, creciendo. Yo ya he escuchado notas de Kurt Weill o Stravinsky. Y Plegaria, el clásico de Bianco que sofocaba el horror nazi, promete ser reivindicado. Ya digo, ahora están con el tango, pero el Sistema tango promete expandirse por toda suerte de músicas y sonidos. Escuchémoslos.
Martes, 25 de septiembre. 23 h.